domingo, 26 de octubre de 2014

Textos Ilustrativos

    Muerte y Religión 
  
Adán y Eva (Alberto Durero, 1507). Museo del Prado. Madrid
                                                                                                 Con el sudor de tu rostro comerás el pan
                                           hasta que vuelvas a la tierra                                                                                pues de ella has sido tomado;                                                                                                     ya que polvo eres, y al polvo volverás                                                                                                                   (Biblia; Génesis 3:1)
                                                   
  Con estas palabras (Génesis 3:19), Dios (Yavé) condenaba a los hombres a ser mortales y a ganarse el pan con el sudor de su frente.
   Las tres grandes religiones monoteístas que coexisten en la actualidad, comparten el mismo mito sobre la creación del género humano y el origen de la muerte, por supuesto, no por casualidad, ya que Cristo era hebreo y Mahoma se basó en las dos religiones que había en su momento (Judía y Cristiana), en la creación del Islam.
   Todas las culturas y religiones tienen sus propias versiones de cómo empezó el mundo a ser y cómo apareció el hombre.
   Fue el naturalista inglés Charles Darwin, con la publicación de: “El origen de las especies” (1859), quien sienta las bases científicas sobre el origen del hombre, creando una gran polémica y relegando las versiones religiosas a la categoría de mitos.
   Inexorablemente todo lo que nace, muere, y no sólo los seres vivos, también los astros o los sistemas planetarios. El hombre en su carrera contra la muerte ha conseguido robarle algún tiempo, e incluso buscar atajos con la intención de evitarla (1), pero no dejan de ser amagos para retrasar el último paso que tenemos que dar.
   La sociedad occidental trata la muerte como un tabú, siendo una de las facetas de la vida en que más se nota la deshumanización en la que estamos inmersos. Se evita hacer mención de este hecho y se está perdiendo la sana costumbre de que el moribundo pase sus últimos días en su casa, junto a los suyos. Por la misma razón tampoco se vela su cuerpo en su hogar, este papel ha pasado a manos de hospitales y tanatorios respectivamente.
El miedo ante la muerte es algo natural, normal, al fin y al cabo esa enemiga implacable nos quita lo más preciado que tenemos: nuestra propia vida. No obstante las situaciones en las que las personas se enfrentan a su final es muy diferente, en función de la edad, la personalidad y por supuesto las creencias religiosas.

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   1 Desde hace relativamente poco tiempo, se utilizan unas técnicas novedosas que consisten, en congelar el cuerpo humano a temperaturas próximas al 0º kelvin, utilizando nitrógeno o helio, de tal manera que en un futuro esas persona puedan ser recuperadas de sus enfermedades (criogénisis ) o revividas si estaban muertas (criónica).


   Origen de la muerte y Juicio Final
   Existen diversas teorías, según las culturas y religiones, sobre el origen de la muerte. Para judíos, cristianos y musulmanes, todo empezó con la desobediencia de Adán en el Paraíso.
Desde 1964 la Iglesia Católica admite, aunque no recomienda, la cremación, ya que el alma abandona el cuerpo tras la muerte y éste es impuro y corruptible. La Iglesia Ortodoxa, Judía y Musulmana, sin embargo, no la permite habida cuenta de que según las sagradas escrituras, en el Juicio Final los muertos resucitarán en cuerpo y alma.

   Vi a los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante del trono; y fueron abiertos los libros, fue abierto otro libro, que es el libro de la vida. Fueron juzgados los muertos según sus obras, según las obras que estaban escritas en los libros. Entregó el mar los muertos que tenía en su seno, y asimismo la muerte y el infierno entregaron los que tenían , y fueron juzgados cada uno según sus obras. La muerte y el infierno fueron arrojados al estanque de fuego, 15y todo el que no fue hallado escrito en el libro de la vida fue arrojado en el estanque de fuego. (Apocalipsis 20:12 de San Juan)

  Según las tres grandes religiones monoteístas de la actualidad y salvando algunas pequeñas diferencias, en el Fin de los Tiempos o Fin del Mundo, resucitarán los muertos y habrá un gran Juicio, en el cual de forma implacable, Dios salvará, según sus obras, a los que lo merecen y condenará para siempre, en el infierno, a los que no. A continuación creará un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra, donde ya no existirá el trabajo ni la muerte y Dios vivirá con ellos gobernando desde la Nueva Jerusalén.
  Con este Juicio y con la “nueva vida”, al igual que en otras religiones7, el hombre busca una justicia imparcial y la felicidad, que no tuvo en su mundo. En este Juicio, sin duda, no valdrá de nada la riqueza ni la posición social.


  Sobre el Purgatorio y el Concilio de Trento (2)
   Ya en el siglo XIV, el papa Clemente VI en una carta a los armenios, escrita en 1351, habla del Purgatorio como el lugar “al que descienden las almas de los que mueren en gracia, pero no han satisfecho sus pecados por una penitencia completa...y, que apenas están purgadas, aun antes del día del juicio, llegan a la verdadera y eterna beatitud que consiste en la visión de Dios cara a cara y en su amor.” El Concilio de Florencia convocado por el papa Eugenio IV, de feliz memoria para la Iglesia de Canarias por su defensa de los aborígenes canarios contra la esclavitud, promulgó en 1439 este importante decreto ratificando lo afirmado por el II Concilio de Lyon:

   Asimismo, si los verdaderos penitentes salieren de este mundo antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por lo cometido y omitido, sus almas son purgadas con penas purificatorias después de la muerte, y para ser aliviadas de esas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, tales como el sacrificio de la misa, oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que los fieles acostumbran practicar por los otros fieles, según las instituciones de la Iglesia.

  El concilio de Trento ratificó solemnemente esta doctrina, que había sido negada por el protestantismo. El decreto sobre el Purgatorio se aprobó el 4 de diciembre de 1563, en la sesión XXV del concilio. Dice así:

   Puesto que la Iglesia Católica, ilustrada por el Espíritu Santo apoyada en las Sagradas Letras y en la antigua tradición de los Padres ha enseñado en los sagrados Concilios y últimamente en este ecuménico Concilio que existe el Purgatorio y que las almas allí detenidas son ayudadas por los sufragios de los fieles y particularmente por el aceptable sacrificio del altar; manda el santo Concilio a los obispos que diligentemente se esfuercen para que la sana doctrina sobre el purgatorio, enseñada por los santos Padres y sagrados Concilios sea creída, mantenida, enseñada y en todas partes predicada por los fieles de Cristo.
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   2. Sánchez Rodríguez, J. y otros (2008): “Rancho de Ánimas de Arbejales-Teror”, Religión. Ed. Anroart. Gran Canaria.

  Cuerpo y alma
   Pitágoras en el S. VI a. c. instauró su propia doctrina, en la que promulgaba la idea de que los seres 
humanos estamos constituidos de cuerpo y alma, de tal manera que al morir se produce una transmigración del alma del difunto, al cuerpo de otro ser vivo (Dios, humano, animal o vegetal). Este tránsito del alma no era caprichoso, ya que dependiendo de la conducta de la persona, así ocuparía un ser más o menos evolucionado, de ahí que los pitagóricos llevasen a cabo una vida basada en la pureza: actos, comida, pensamiento, etc.
   Por supuesto estas ideas son bastante anteriores a la existencia del filósofo griego, debemos tener en cuenta que en su etapa de formación visitó Egipto y Mesopotamia.
Vemos que el pensamiento de Pitágoras tiene bastantes puntos en común con la religión budista y la reencarnación.
   Platón (S. V a.c.), figura clave en la filosofía tal cual la conocemos, es quizás el que más teoriza sobre la muerte y la dualidad cuerpo y alma, para él la muerte supone la liberación del espíritu del cuerpo en el que está sometido.
   S. Agustín (S. IV), se basa en las ideas de Platón sobre cuerpo y alma, para sentar este precepto dentro de la Iglesia Cristiana.
   Para S. Tomás de Aquino (S. XIII), sin embargo y basándose en las ideas de Aristóteles, cuerpo y alma, aunque sean conceptos diferentes, forman una única sustancia (el ser), por lo que la muerte es el peor de los males.
   Para la Religión Católica, el Ánima es el alma que se purifica en el Purgatorio

  Las Ánimas y los vivos (Vizcaíno, 2008)


   Las Ánimas que, tras recorrer el camino de liberación de los pecados que acarrea la vida terrena, han accedido al mundo celestial, son ahora aliadas de los vivos a las que se solicita intercesión por todos los que las han recordado en sus cantos y plegarias: Ya delante de su trono pide al Todopoderoso por estos tus compañeros, y también por tu familia, recuérdalos este día delante del Dios eterno
   Esta comunidad de destino presenta en sus textos una forma de transacción mística que gira en torno a la limosna, porque las Ánimas son pobres: pobrecitas pobres, pobres son las almas, como son tan pobres, llorando nos llaman. Dar dinero para que se cante y, con posterioridad, se puedan decir Misas de Ánimas, es pagar parte del precio necesario para liberar a las almas que un día nos ayudarán, favoreciéndonos en este mundo o abriéndonos las puertas del Cielo cuando muramos: Aliviar sus penas nosotros podemos haciendo limosna rogando por ellos en su beneficio Dios bien lo aceptaba. Las Benditas almas del Purgatorio están esperando de todos nosotros una limosnita, aunque sólo sea para una misa, a ver si muy pronto a la Gloria llegan. La limosna paga la copla y la misa que sirven para liberar a las Ánimas y ayudarles a alcanzar la Gloria. A quien dio limosna se le recordará y se le tendrá en cuenta en el otro mundo, donde encontrará las puertas abiertas gracias a que con su limosna permitió que las puertas se abrieran a las Ánimas que expiaban sus penas en el Purgatorio: Las Ánimas se lamentan unas salen y otras entran, las Ánimas son las penas que penan en la oscuridad, unas salen y otras entran, pidiendo una caridad, y aquí rogaran por ellas. Y el que da siempre recibe, algo en lo que nos insisten los Cantadores que actúan aquí como intermediarios e intercesores de Ánimas, familiares y asistentes: Al que abrió las puertas para entrar las almas, las del Cielo abiertas encuentre mañana.
 
 

 Los Ranchos de Ánimas y su relación con las órdenes mendicantes
   La mayoría de los investigadores creen que los Ranchos de Ánimas y de Pascuas están directamente relacionados con las Órdenes Mendicante y con las Cofradías de Ánimas, así históricamente tendríamos: 

Órdenes Mendicante-->Cofradías de Ánimas-->Ranchos de Ánimas-->Ranchos de Pascuas

  De unos nacieron los otros, aunque llegando a ser realidades distintas
 En palabras de Julio Sánchez (2008):
   Tendríamos que remontarnos a la Edad Media para vislumbrar los antecedentes de los ranchos. Dionisio Borobio, profesor de liturgia y sacramentos en la Universidad de Salamanca, ha estudiado en profundidad el tema, también en su vertiente histórica.5 Afirma este autor que el motivo del incremento de las cofradías en la Edad Media (siglos VII-XV) “se debe al deseo de encontrar ayuda solidaria en la tierra, y también auxilio fraterno después de la muerte”. Y aunque la mayoría se desarrollaron en torno a los monasterios, “existieron otras de simples laicos, totalmente autónomas, y también dedicadas a la oración por los hermanos, en esta vida y después de la muerte.” En éstas encajan perfectamente los Ranchos de Ánimas, que surgirían al abrigo de las Órdenes Mendicantes fundadas en el siglo XIII. En Canarias fueron los franciscanos, dominicos y agustinos los que promovieron y apoyaron la creación de los Ranchos en el siglo XVII.
   Tengamos en cuenta que, por escasez de clero, los frailes, establecidos en los grandes pueblos, atendían los lugares más apartados de la geografía insular.

    Los Cuadros de ánimas

Cuadro de ánimas de la Basílica de Ntra. Sra. del Pino (Teror). Anónimo del S. XVIII


   Los cuadros de ánimas están asociados a la Doctrina Católica del Purgatorio y tienen un carácter moralizante, son una representación del Purgatorio el Cielo y a veces el Infierno. Su visión se ha ido suavizando con el tiempo.     

    Julio sánchez describe así su iconografía:
   La iconografía de San Miguel como conductor de las ánimas prevaleció en el siglo XVIII. A partir de la segunda mitad del XIX, los cuadros de la Virgen del Carmen liberando a las almas del Purgatorio, se fueron imponiendo en las iglesias de nueva construcción. La Virgen, vestida con el hábito y escudo carmelitanos, sostiene al Niño con una mano y con la otra muestra el escapulario. Con frecuencia se incorporan unos ángeles que sacan a las almas del fuego del Purgatorio y las llevan a besar el escapulario salvador. La Orden del Carmelo fue la encargada de propagar esta devoción por el mundo católico, principalmente en España y en Hispanoamérica. A veces, acompañan a la Virgen San Simón Stock, fundador de la Orden, y Santa Teresa de Jesús, reformadora del Carmelo. Según la tradición, a San Simón se le apareció la Virgen rodeada de ángeles el 16 de julio de 1251 y le mostro el santo Escapulario de la Orden diciéndole: “Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará”







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